El celibato como vocación religiosa
I. Las preguntas del musulmán
- ¿Por qué no se casan los sacerdotes y los miembros de las órdenes religiosas?
II. La perspectiva musulmana
En general
1. El islam enseña que la vocación natural de todo hombre y mujer es crear una familia y asumir, como creyentes, las exigencias y riesgos que conlleva. La creación y el mantenimiento de una familia se consideran, así, un deber hacia la comunidad, tanto humana como religiosa. Por consiguiente, los musulmanes sospechan que alguien que puede casarse y que voluntariamente se queda soltero lo hace por egoísmo, o bien por impotencia o por la intensa decepción que sigue a un amor no feliz o no correspondido. También dudan de que se cumplan las obligaciones contraídas por el juramento de celibato: sospechan que se producen relaciones sexuales secretas entre los sacerdotes y los miembros de las órdenes religiosa, como también relaciones homosexuales. En todas estas sospechas subyace la convicción de que los hombres y las mujeres que están sanos no pueden vivir sin tener relaciones sexuales.
2. Además, el matrimonio es un deber fundamental para los creyentes: «El matrimonio es la mitad de la fe» (al-zawâj nisf al-imân), según las palabras del Hadith que tanto hemos citado. Se trata de una exigencia que especialmente afecta a los varones, cuyo deber consiste en proteger al sexo más débil. Se comprende así que el celibato voluntario provoque un cierto escándalo entre los musulmanes y suscite la crítica hostil, aunque en la actualidad esta reacción espontánea y básica parece estar experimentado ciertos cambios.
3. Recientemente, se han hecho más frecuentes los casos de celibato voluntario en el mundo musulmán, tanto entre hombres como entre mujeres. Este fenómeno, que en ocasiones es transitorio, puede deberse a la necesidad de dedicarse a una causa concreta, como el cuidado que los hermanos y hermanas mayores prestan a los menores en el seno de una familia, los enfermeros o enfermeras o trabajadores sociales que se dedican totalmente a su trabajo, o los que combaten por la libertad, como los fidâiyyûn y las fidâiyyât palestinenses que luchan por la liberación. También puede deberse a razones personales, como el deseo de realizarse plenamente en la vida fuera o antes del matrimonio, o a razones religiosas, como ocurre con los peregrinos célibes (hâjjiyyûn) o viudas jóvenes que han decidido quedarse en la Meca para rezar y meditar, bien por un tiempo determinado o para toda la vida.
4. Quienes conocen a sacerdotes y miembros de comunidades religiosas y han experimentado su vida cotidianamente, admiten que la vocación al celibato puede vivirse con autenticidad. Muchos admiran este modo de vida. Este es el caso de las chicas musulmanas que viven o trabajan con religiosas y que quisieran vivir como musulmanas célibes y comentan su pesar de que no haya una forma de vida comparable en el islam. ¿Cuáles son sus motivos? ¿Su deseo de escapar del matrimonio o el deseo de una vida de dedicación total? Los musulmanes dirán a menudo: Eso está bien para los cristianos, pero en el islam no hay lugar para el monacato (la rahbâniyyat fil-Islâm).
En particular
1. Excepto honrosas excepciones, podemos decir que el islam no admite el celibato como vocación, ni como vocación religiosa ni como ideal humano. Nada se dice sobre él en el Corán. El profeta estaba casado. Hay muchos hadith que al tiempo que alaban explícitamente el matrimonio, presentan el celibato negativamente y lo rechazan. Por ejemplo: «Nuestra sunna (tradición, con carácter jurídico) es el matrimonio» (sunnatu-nâ al-zawâj); «El matrimonio es la mitad de la fe»; «Si me quedara sólo un día de vida y no estuviera casado, tomaría una esposa para no presentarme ante Dios como un soltero»; a un soltero se le dijo: «¿Es que has decidido vivir en la comunidad de Satanás? Si quieres ser un monje cristiano, entra entonces directamente en su comunidad, pero si eres uno de los nuestros sigue entonces nuestra sunna».
Uno de los más grandes teólogos musulmanes, al-Ghazâli (1058-1111), explica minuciosamente por qué el matrimonio es una obligación vinculante en el islam:
- engendra descendencia, obedeciendo la clara voluntad de Dios y del profeta;
- fortalece a la comunidad musulmana;
- satisface los propios apetitos sensuales y hace pregustar el paraíso en la tierra;
- para el marido significa contar con alguien que cuida de la casa y así tiene tiempo libre para orar;
- para el místico significa relajarse gozándose con la esposa;
- y, finalmente, es una oportunidad para ser más paciente al tener que tolerar el temperamento de la propia esposa.(69)
Casi todos los místicos musulmanes estaban casados.
2. Sin embargo, no se ignora el celibato ni se rechaza categóricamente. El Corán alaba a María como el perfecto ejemplo de pureza virginal: ella conservó su virginidad (21,91; 66,12; cf. 3,39, que se refiere a Juan el Bautista [Yahyâ], que fue virgen [hasûr], e insinúa la virginidad de Jesús). El Corán alaba a los monjes (5,82; 24,36-37 y 57,27; pero véase también 9,31.34). Algunos místicos y ascetas musulmanes vivieron célibes, como, por ejemplo, la famosa mística Râbia de Basora, cuyo rechazo del matrimonio parece implicar un juramento de consagración a Dios. Las reglas de algunas congregaciones religiosas (por ejemplo, Rahmâniyya y Bektâshiyya) ensalzan el celibato asumido por motivos religiosos. En una discusión sobre los Argumentos a favor y en contra del matrimonio, Al-Ghazâli presenta el celibato como algo aconsejable sólo si no se está preparado para afrontar los costos y las cargas de una familia, si la esposa que se le ha elegido tiene un carácter fuerte o si ella le impidiera al místico su total compromiso con la práctica de la meditación. Llega a la conclusión de que el valor del matrimonio depende de las propias circunstancias. El ideal consiste en ser capaz de combinar la vida matrimonial con la piedad y la devoción a Dios, como hizo el profeta Mahoma.
Sobre el celibato de Jesús, comenta al-Ghazâli:
«Posiblemente, por su propia naturaleza, las preocupaciones familiares lo hubieran dejado totalmente exhausto, o tal vez le habría resultado muy difícil mantener legalmente a una familia, o bien fue incapaz de combinar matrimonio y devoción, y, por tanto, eligió una vida consagrada totalmente a Dios».(70)
III. La perspectiva cristiana
No se trata aquí de la soltería en un contexto secular, que no se ve afectada por la abstinencia sexual. De lo que tratamos es de la motivación cristiana del celibato, en particular del celibato y de la abstinencia sexual exigida a los sacerdotes y a los miembros de las congregaciones religiosas.
1. Perspectiva católica
Para los católicos son tres los motivos fundamentales y complementarios que justifican la vocación al celibato:
- por causa del reino de los cielos (Mt 19,12) o (según Pablo) por la proclamación del Evangelio (1 Cor 9). Así se muestra la profunda gratitud y el amor total por Jesús. Quienes sienten esta vocación tienen una forma de vida que les ayuda a profundizar en la unión íntima con Dios y a incrementar su apertura a él. El celibato puede expresar la expectación ante Dios y la espera de su reino;
- el servicio a los demás, que se ve fortalecido por la consagración total a esta vocación;
- la imitación consciente de Jesús, que vivió célibe, y de María, a quien llamamos Virgen en el credo. Inspirados y motivados por esto, muchos cristianos asumen el celibato por causa de Jesús.
2. Perspectiva protestante
Matrimonio y celibato poseen el mismo estatus, por lo cual no hay preferencia especial por el último. El celibato puede tener sentido por la consagración a la proclamación del Evangelio, pero no se exige a los ministros. En algunas comunidades se vive celibatariamente, pero sin necesidad de hacer un voto irreversible. No se valora el celibato de Jesús como algo esencial, aunque sirva de ejemplo para quienes son célibes. A María no se le mide por mismo rasero que a Jesús; los biblistas piensan que María no vivió virginalmente toda su vida, sino que tuvo otros hijos después de nacer Jesús (Mc 6,3).
IV. Respuesta de los cristianos (católicos)
1. En respuesta a la sospecha musulmana de la motivación egoísta que subyace en el celibato, podemos responder diciendo que la vocación al celibato está motivada, en principio, por el deseo de servir a los demás (li-khidmat al-insâniyya) y por la voluntad de hacer el bien (li-l-a mâl al-khayriyya). Esto exige a los célibes que estén verdaderamente disponibles al servicio de los demás. No serán convincentes si su modo de vida apenas se diferencia del modo de vida de los casados. El celibato puede verdaderamente vivirse como vocación cristiana sólo cuando toda la existencia está impregnada del espíritu del Evangelio.
2. Cuando se enfatiza el deber religioso y moral de casarse y crear una familia, se puede responder diciendo que el celibato tiene como objetivo la total consagración a Dios (li-wajh Allâh; aslama wajha-hu li-llâh) y es asumido por causa de la oración. Esto supone que se aprecie el espíritu de una consagración total y de una vida de oración.
3. Cuando se sospecha que tras la decisión del celibato se oculta un desengaño amoroso, podemos resaltar el valor y la belleza de la vida matrimonial, de la familia cristiana como un ideal, y, posiblemente, la felicidad que experimentan nuestros hermanos y hermanas que están casados.
4. No debemos ocultar ni negar las luchas y las tentaciones implicadas por el celibato, ni dar la impresión de que es un medio de protegerse ante todas las crisis. Hay que reconocer que muchos han dejado este modo de vida al descubrir que les resultaba demasiado difícil.
5. Al ser preguntados por este asunto, los sacerdotes y los demás miembros de las comunidades religiosa deberían explicar cómo experimentaron su vocación como una llamada, una invitación (da wà) de Dios a crecer en el amor, y también como deseo de seguir el ejemplo de Jesús y de la Virgen María. Se puede contar cómo maduró esta llamada mediante la oración, la reflexión y el coloquio con otros cristianos, e incluso, si fue el caso, con el apoyo de la familia; y cómo al final esta idea se hizo tan clara y apremiante que su rechazo hubiera provocado tristeza y aflicción. Todo esto supone que pueda palparse la plenitud humana y espiritual en la vida de una persona que vive auténticamente la vocación religiosa al celibato.
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- (69) Véase Hans Bauer, Islamische Ethik. Nach den Originalquellen übersetzt und erlaütert, vol. II, Von der Hehe (Max Niemeyer, Halle 1917) especialmente 3-48; reimpresión fotográfica en Omls Verlag, Hidelsheim 1979 (se trata de la traducción del 12º libro de la opera magna de al-Ghazali Ihyâ Ulûm a-Dîn [El renacimiento de las ciencias religiosas]).
- (70) Ibíd., 48.